martes, 1 de octubre de 2013

MICROMACHISMOS: LA VIOLENCIA INVISIBLE EN LA PAREJA



I. INTRODUCCION



Los micromachismos son un amplio abanico de maniobras que los varones realizan para intentar mantener el dominio sobre la mujer objeto de su maniobra, o para reafirmar o recuperar dicho dominio ante una mujer que se rebela a ocupar su lugar. Susi Pola nos cuenta lo que un experto dice al respecto.
Son microabusos y minicroviolencias que atentan contra la autonomía personal de la mujer, a través de los cuales los hombres imponen sin consensuar su punto de vista o razón, actitud aprendida de memoria en su socialización, de manera efectiva porque tienen como aliados y validadores el orden social y la cultura que otorga el monopolio de la razón, del poder social y moral, sobre la compañera.
El médico español Luis Bonino Méndez, especialista en masculinidad, llama micromachismo a las prácticas de dominación masculina cotidianas e imperceptibles que se dan en el orden de lo micro. Incluye en el neologismo la palabra machismo, porque alude en el lenguaje popular a una connotación negativa de los comportamientos de inferiorizacion hacia la mujer, que es lo que él trata de destacar con el término.
Palabras clave: violencia doméstica, micromachismo, varones, profeminismo

Mujeres maltratadas, varones violentos: dos dramáticos aspectos de las asimétricas relaciones de género. En todo el mundo occidental, la violencia (masculina) hacia las mujeres se torna evidente y se deslegitima de forma creciente. Cada vez más, los dispositivos jurídicos y sanitarios ejercen acciones sobre las personas involucradas, y el campo de la salud mental no es ajeno a ello.

II. PODER Y GÉNERO 

Antes de abordar los mM y para entender más su ejecución, voy a apuntar algunas ideas que hacen a la comprensión del tema del poder entre los géneros, y que están sustentadas en pensamientos de Foucault y los estudios feministas aplicados a las familias y a las parejas. 
El poder no es una categoría abstracta; el poder es algo que se ejerce, que se visualiza en las interacciones (donde sus integrantes lo despliegan). Este ejercicio tiene un doble efecto: opresivo, pero también configurador en tanto provoca recortes de la realidad que definen existencias (espacios, subjetividades, modos de relación, etcétera). 
La palabra "poder" tiene dos acepciones popularmente utilizadas:
- Una es la capacidad de hacer, el poder personal de existir, decidir y autoafirmarse.
- La otra es la capacidad y la posicbilidad y dominio sobre la vida,  los hechos de los tros, basicamente para lograr obediencia y lo de ella derivada







Suele decirse que también todas las mujeres en su modo de ser tradicional también ejercen poder, sobre todo los llamados "poderes ocultos": el poder de los afectos y el cuidado erótico y maternal? Pero, ¿son éstos reales poderes de dominio? No, simplemente pseudopoderes: esfuerzos de influencia sobre el poder masculino y poder gerencial sobre lo delegado por la cultura patriarcal que le impone la reclusión en el mundo privado. Lo paradójico es que en este mundo se le alza a la mujer un altar engañoso y se le otorga el titulo de reina, titulo paradójico
ya que no puede ejercerlo en lo característico del dominio y la autoridad (la capacidad de decidir por los bienes y personas y sobre ellos), quedando sólo con la posibilidad de intendencia y administración de lo ajeno.

Este tipo de pseudopoder es característico de los grupos subordinados, centrados en 'manejar" a sus superiores. Como en ellos, la mayoría de las mujeres se hacen expertas en leer las necesidades y en satisfacer los requerimientos del varón, logrando ser valorada por su eficiencia y exigiendo algunas ventajas a cambio. Sus necesidades y reclamos no pueden expresarse directamente, y por ello se hacen por vías 'ocultas", básicamente las quejas y reproches (a los que los varones rápidamente se hacen inmunes). Por supuesto que algunas mujeres también tienen poder, pero esto es aún historia reciente y minoritaria. 



III. LOS MICROMACHISMOS 

Como expresé anteriormente, los mM son prácticas de dominación y violencia masculina en la vida cotidiana, del orden de lo "micro", al decir de Foucault, de lo capilar, lo casi imperceptible, lo que está en los limites de la evidencia. El prefijo "micro" del neologismo con el que nombro a estas prácticas alude a esto.

Los mM comprenden un amplio abanico de maniobras interpersonales que impregnan los comportamientos masculinos en lo cotidiano. En la pareja, que será el ámbito del que me ocuparé, se manifiestan como formas de presión de baja intensidad más o menos sutil, con las que los varones intentan, en todos o en algunos ámbitos de la relación (y como en todas las violencias de género):
• imponer y mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer, objeto de la maniobra;
• reafirmar o recuperar dicho dominio ante la mujer que se "rebela" de "su" lugar en el vínculo;
• resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de la mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes;
• aprovecharse del "trabajo cuidador" de la mujer.


Es decir, los mM son microabusos y microviolencias que procuran que el varón mantenga su propia posición de género creando una red que sutilmente atrapa a la mujer, atentando contra su autonomía personal si ella no las descubre (a veces pueden pasar años sin que lo haga), y sabe contramaniobrar eficazmente. Están la base y son el caldo de cultivo de las demás formas de la violencia de género (maltrato psicológico, emocional, físico, sexual y económico) y son las "armas" masculinas más utilizadas con las que se intenta imponer sin consensuar el propio punto de vista o razón. Comienzan a utilizarse desde el principio de la relación y van moldeando lentamente la libertad femenina posible. Su objetivo es anular a la mujer como sujeto, forzándola a una mayor disponibilidad e imponiéndole una identidad "al servicio del varón", con modos que se alejan mucho de la violencia tradicional, pero que tienen a la larga sus mismos objetivos y efectos: perpetuar la distribución injusta para las mujeres de los derechos y oportunidades.

 


III. I MICROMACHISMOS COERCITIVOS

En estos mM, el varón usa la fuerza (moral, psíquica, económica o de la propia personalidad), para intentar doblegar a la mujer, limitar su libertad y expoliar el pensamiento, el tiempo o el espacio, y restringir su capacidad de decisión. La hacen sentir sin la razón de su parte y Micromachismos: La violencia invisible en la pareja ejercen su acción porque provocan un acrecentado sentimiento de derrota cuando comprueba la pérdida, ineficacia o falta de fuerza y capacidad para defender las propias decisiones o razones.

En la siguiente enumeración, como en la de las otras categorías que realizaré más adelante, procuraré nombrar, en un desordenado orden, algunas de los mM y sus características que he podido comprobar con más frecuencia. 

  • IntimidaciónEste es un mM que está en el límite entre la violencia psicológica y los mM propiamente dichos. Maniobra atemorizante que se ejerce cuando el varón ya tiene fama (real o fantaseada) de abusivo o agresivo. hacerla creíble, es necesario, cada tanto, ejercer alguna muestra de poder abusivo físico, sexual o económico, para recordarle a la mujer que le puede pasar si no se somete
  • Control del dinero
    Gran cantidad de maniobras son utilizadas por el varón para monopolizar el uso o las decisiones sobre el dinero, limitándole su acceso a la mujer. Basado este mM en la creencia que el dinero es patrimonio masculino, sus modos de presentación son muy variados: no información sobre usos del dinero común, control de gastos y exigencia de detalles.
  • No participación en lo doméstico
    Basada en la creencia que lo doméstico es femenino y lo público masculino, por este grupo de maniobra se impone a la mujer hacerse cargo del cuidado de algo común: el hogar y las personas que en ella habitan. Es una práctica de sobrecarga por omisión, que el varón justifica apelando a su rol de "proveedor" al que no se puede agobiar más de lo que soporta en su trabajo 

  • Imposición de intimidad Este mM consiste en una acción unidireccional de acercamiento cuando el varón desea, es una práctica coactiva en cuanto el varón no se molesta en negociar movimientos hacia la intimidad. Muy típico ejemplo de esto es la seducción forzada cuando él quiere sexo. 
  • Apelación a la "superioridad" de la "lógica" varonil
    En este grupo se recurre a la "razón" (varonil) para imponer ideas, conductas o elecciones desfavorables a la mujer. Utilizada por varones que suponen que tienen la 'única" razón o que la suya es la mejor. 
  • Toma o abandono repentinos del mando de la situación
    Estas son maniobras o menos sorpresivas de decidir sin consultar, anular o no tener en cuenta las decisiones de la mujer, basados en la creencia del varón de que él es el único que tiene poder de decisión. Ejemplo prototípico de esta maniobra es la monopolización del zapping con el mando a distancia del televisor.


III.II MICROMACHISMOS ENCUBIERTOS


Estos mM son los que atentan de modo más eficaz contra la simetría relacional y la autonomía femenina, por su índole insidiosa y sutil que los torna especialmente invisibles en cuanto a su intencionalidad. En ellos, el varón oculta (y a veces se oculta) su objetivo de dominio y forzamiento de disponibilidad de la mujer.
. Utilizan, no la fuerza como los mM coercitivos, sino el afecto y la inducción de actitudes para disminuir el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola a hacer lo que no quiere y conduciéndola en la dirección elegida por el varón. Aprovechan su confiabilidad afectiva y provocan en ella sentimientos de desvalimiento o impotencia, acompañadas de confusión, zozobra, culpa, dudas de si, (al no haber coerción evidente) que favorecen el descenso de la autoestima y la autocredibilidad. Por no ser evidentes, no se perciben en el momento, pero se sienten sus efectos coaccionantes, por lo que conducen habitualmente a una reacción retardada (y "exagerada" dicen los varones) por parte de la mujer, con mal humor, frialdad y estallido de rabia "sin motivo".

Abuso de la capacidad femenina de cuidadoEste es el grupo de mM probablemente más avalado y silenciado por la cultura. Por ellos el varón utiliza y explota la capacidad de las mujeres de cuidado hacia otras personas. Esta capacidad está muy desarrollada en ellas por efectos de su socialización que las impele a "ser para otros". Alentadas por la cultura patriarcal, estas maniobras fuerzan disponibilidad incondicional a través de la imposición de diferentes roles de servicio: madre, esposa, asistenta, secretaria, gestora, etc. Las obligan a un sobreesfuerzo físico y emocional que les resta autonomía vital. Con ellas, los varones aprovechan abusivamente los beneficios del cuidado femenino ya que la imposición de disponibilidad femenina hacia el varón, acrecienta la calidad de vida de él a expensas de la mujer, sin que éste habitualmente lo reconozca.

Algunas mujeres, conocedoras de este grupo de mM lo llaman "vampirismo", es decir un comportamiento de extracción y vaciamiento de energía vital que el varón aprovecha para sí. Entre estos mM tenemos:

  • Maternalización de la mujer 
  • Delegación del trabajo de cuidado de los vínculos y las personas.
  • Requerimientos abusivos solapados: son pedidos sin pedir explícitamente, "mudos", que apelan a activar automáticamente los aspectos "cuidadores" del rol femenino tradicional y hacer que la mujer cumpla ese pedido sin percatarse que lo está haciendo por coacción. 

III.II.I Creación de falta de intimidad

Suele decirse que los varones tienen dificultades para la intimidad. Esto es cierto, pero también es cierto que la evitación de la intimidad es un recurso de dominación que ellos utilizan cotidianamente. Así lo muestran los mM de este grupo, que son maniobras activas de alejamiento, que impiden la conexión y evitan el riesgo de perder poder y quedar a merced de la mujer, más experta habitualmente en el manejo de las relaciones de cercanía (Weingarten, 1991). Intentan controlar las reglas del diálogo a través de la distancia y están sostenidas en la creencia varonil de su derecho a apartarse sin negociar y a disponer de sí sin limitaciones (sin permitir ese derecho a la mujer) podemos considerar diferentes grupos:
  • Silencio.
  • Aislamiento y puesta de límites
  • Avaricia de reconocimiento y disponibilidad
  • Inclusión invasiva de terceros (amigos, reuniones y actividades) Con esta maniobra se limita al mínimo o se hace dejar de existir los espacios de intimidad. A veces está acompañada de la acusación a la mujer de ser "poco sociable". 

III.II. II Seudointimidad

En este grupo de mM el varón dialoga, pero manipulando el diálogo, de modo de favorecer el control y el ocultamiento, dejando a la mujer con menos poder al retacearle sinceridad.
  • Comunicación defensiva-ofensiva
  • Engaños y mentiras

III.II.III Desautorización


Estas maniobras están basadas en la creencia que el varón tiene el monopolio de la razón, lo correcto y el derecho a juzgar las actitudes ajenas desde un lugar superior.
  • Descalificaciones.
  • Colusión con terceros.
  • Negación de lo positivo
  • Terrorismo misógino
  • Autoalabanzas y autoadjudicaciones

III.II.IV Paternalismo

En este tipo de maniobra se enmascara la posesividad y a veces el autoritarismo del varón, haciendo "por" y no "con" la mujer e intentando aniñarla. Se detecta sobre todo cuando ella se opone al aniñamiento, y él no puede tolerar que ella sea autónoma y no controlarla.

III.II.V Manipulación emocional

Tenemos aquí a un grupo de mM donde el varón utiliza el afecto no para el intercambio emocional sino como instrumento para lograr el control de la relación. Se emiten mensajes que se aprovechan de la confianza y la afectividad de la mujer para promover en ella dudas sobre sí misma y sentimientos negativos, generando inseguridad y dependencia. 



  • Culpabilización-Inocentización
  • Dobles mensajes afectivos
  • Enfurruñamiento


• Impericias y olvidos selectivos.
• Hacerse el tonto.

III.I.VI. Autoindulgencia y autojustificación

En estas maniobras el varón se autojustifica o es muy indulgente consigo mismo frente a la no realización de tareas o actividades que hacen al cultivo de un vínculo igualitario. Procuran bloquear la respuesta de la mujer ante acciones e inacciones del varón que la desfavorecen puesto que al no hacerlas él, la obligan a hacerlas a ella (fundamentalmente cuidado de las personas y de lo doméstico) Hacen callar apelando a "otras razones", y eludiendo la responsabilidad por lo que se hace o deja de hacer.
  • Comparaciones ventajosas
  • Seudoimplicación doméstica

III. III MICROMACHISMOS DE CRISIS

Estos mM suelen utilizarse en momentos de desequilibrio en el estable disbalance de poder en las relaciones, tales como aumento del poder personal de la mujer por cambios en su vida o pérdida del poder del varón por razones de pérdida laboral o de limitación física. 

Suelen ser útiles no sólo para impedir que la mujer sea más autónoma o para no sentirse dependiente de ella, sino también para impedir los reclamos de ella respecto a la necesidad que él también cambie modificando sus hábitos de superioridad. El varón, al sentirse perjudicado, puede utilizar específicamente estas maniobras o utilizar las descritas anteriormente.
Los grupos que describiré a continuación suelen utilizarse frecuentemente en una secuencia del primero al último, según la permeabilidad de la mujer para dejarse presionar. Pertenecen a esta categoría:

Hipercontrol
Este mM consiste en aumentar el control sobre las actividades, tiempos o espacios de la mujer, frente al temor que el aumento real o relativo de poder de ella pueda dejarlo a él en un segundo lugar e interiorizado.

Seudoapoyo
Apoyos que se enuncian sin ir acompañados de acciones cooperativas, realizados con mujeres que acrecientan su ingreso al espacio publico. 

Resistencia pasiva y distanciamiento
Este mM consiste en utilizar diversas formas de oposición pasiva y abandono: falta de apoyo o colaboración, des conexión, conducta al acecho (no toma la iniciativa, espera y luego critica. "Yo lo hubiera hecho mejor").

Rehuir la crítica y la negociación
Con este mM se intenta acallar los reclamos de la mujer respecto a las actitudes dominantes del varón y evitar el cambio sosteniendo que él no lo deseó. Algunas frases que reflejan esta maniobra son: ¿por qué debería cambiar si tú cambias?, ¡Es tu problema! ¿De qué te quejas si me conociste así?
¡Si no hubieras cambiado todo estaría bien! 


Promesas y hacer méritos
Maniobras en las que frente a reclamos de la mujer el varón realiza modificaciones puntuales que implican ceder posiciones provisoriamente por conveniencia, sin cuestionarse la creencia errónea de la "naturalidad" de la tenencia de dicha posición.

Promesas y hacer méritos
Maniobras en las que frente a reclamos de la mujer el varón realiza modificaciones puntuales que implican ceder posiciones provisoriamente por conveniencia, sin cuestionarse la creencia errónea de la "naturalidad" de la tenencia de dicha posición.

Darse tiempo
Este mM consiste en postergar y alargar el tiempo de decidirse a darle importancia a los cambios y reclamos femeninos o a cambiar, hasta que haya algo que obligue (en general un ultimátum de separación). Se manipula el tiempo de la respuesta al pedido de cambio intentando dilatar la situación de injusticia relacional.

Dar lástima
Cuando el varón realiza este mM procura que se apenen de él para lograr que la mujer ceda.



IV. EFECTOS DE LOS MICROMACHISMOS

W. Shakespeare ilustra, espléndidamente, las estrategias de utilización de muchas de estas maniobras en función de dominar a la mujer, restringiendo con hábiles artes su autonomía, en su obra "La fierecilla domada".

La efectividad de todas estas maniobras, junto a la falta de autoafirmación de la mujer, forman una explosiva mezcla con enormes efectos negativos para ella y el vínculo que, como decíamos al comienzo de este artículo suelen ir haciéndose visibles a largo plazo.
En las mujeres los mM suelen provocar:

- un agotamiento de sus reservas emocionales y de la energía para sí, con una actitud defensiva o de queja ineficaz por el sentimiento de derrota e impotencia que producen,
- un deterioro muchas veces enorme de su autoestima, con aumento de la desmoralización, aumento de la inseguridad y disminución de la capacidad de pensar 
- una disminución de su poder personal y parálisis del desarrollo personal,
- un malestar difuso, una irritabilidad crónica y un hartazgo de la relación, de los cuales se culpan por no percibir que su producción es por presión externa, y que son frecuentes motivos de consulta a los dispositivos de salud mental.

En los varones los efectos de su ejecución de los mM suelen ser:

- un aumento o conservación de su posición superior y de dominio, con desinterés creciente de las necesidades y derechos de la mujer,
- una afirmación de su identidad masculina, sustentada en las creencias de superioridad sobre la mujer y la autonomía autoafirmativa con negación de la vincularidad,
- un aislamiento receloso creciente, ya que el dominio no asegura el afecto femenino, sólo obediencia, y sólo puede generar aumento del control o aumento de la desconfianza e incomprensión hacia la mujer a quien no se puede controlar nunca plenamente. 


V. FINALMENTE, LOS MM PRODUCEN EN EL VINCULO

El encarrilamiento de la relación en dirección a los intereses del varón, favorecido esto por el mandato cultural hacia las mujeres de que acepten al varón como es, y que a lo sumo lo traten con sus armas "ocultas". Sutilmente se van creando las condiciones para forzar la disponibilidad de la mujer hacia el varón y no lo inverso.
Etiquetamiento de la mujer como "la culpable" del deterioro del vínculo, cuando ella desea un cambio y él se niega a moverse hacia la igualdad. A veces, la mujer percibe que algo anda mal en el vínculo y él lo niega. A veces, la mujer percibe que algo anda mal en el vínculo y él lo niega. Al no poder clarificar la causa

VI. CONSIDERACIONES FINALES

Para todas las personas, tolerar la visibilización de la microviolencia cotidiana no es tarea fácil. Muchas mujeres se alegrarán de entender mejor las maniobras en que se ven involucradas, pero soportarán menos el reconocimiento de su propia subordinaciónpor lo que muchas veces tenderán a seguir responsabilizándose de lo que es sólo responsabilidad masculina, ya que al menos eso mantiene la creencia de tener algún poder sobre la relación.
 Luego de leer estas líneas probablemente el/la lector/a no hayan descubierto nada muy desconocido. Lo que sí han visto nombrados y descriptos es un repertorio de comportamientos que representan los trucos y trampas más habituales en los varones modernos para ejercitar en lo cotidiano la violencia de género. Comportamientos variados que, y esa es la importancia de su puesta en evidencia, suelen ser "invisibles" y pasar desapercibidos o tomados como naturales, ignorándose sus daños.
 Nombrar los mM y ver sus efectos es también anormalizarlos, ya que muchas veces cuando se perciben aisladamente, se juzgan como intrascendentes sin evaluar el daño que producen por reiteración y su capacidad de ser caldos de cultivo para otras violencias.

 Así, ponerlos en evidencia debería ser útil para las que las mujeres pudieran:

- legitimar y ampliar su registro perceptivo de los comportamientos masculinos de dominación que ellas sufren y que los varones generalmente no reconocen realizar.

- reconocer el lenguaje de acción y manipulación- que no de palabras -, tan propio de los varones pese a la creencia que la manipulación es un arma fundamentalmente femenina.

- disminuir la culpabilización inducida por estas maniobras y recuperar su pensamiento y posibilidades de acción autónoma en la vida de pareja cotidiana.

- aumentar las posibilidades de crear sus modos de evitación y resistencia ya que lo que se ve claramente puede ser mejor combatido.

- también y de modo importante, saber de sus efectos, porque el no poder detectar que muchos de los malestares emocionales e inseguridades son provocados por el ejercicio de los mM, hace que las mujeres (y sus parejas y los profesionales de la salud) tiendan a adjudicarlos a problemas intrapersonales o a "exageraciones" femeninas. Así surge la doble victimización. 


Como hemos visto, los mM también son violencia de género y son comportamientos habituales en todos los varones: la violencia no es sólo cosa de otros, sino también de nosotros (varones). Reconocer esto supone que los varones que creemos en la igualdad, debemos hacer algo más que acompañar a las mujeres en sus reclamos y adaptarnos con esfuerzo a los cambios femeninos: debemos cambiar también nosotros.
 Por esto último, nombrar los mM debería servir para contribuir a que los varones que no se reconocen en el ejercicio de la violencia mayor, que tienen una ética de justicia y respeto, no ignoren las propias maniobras de dominio y dominación cotidianas. Para ello es necesario:

- estar dispuesto a una autocrítica sobre el ejercicio cotidiano del poder y sobre la socialización en que son criados, la que avala la superioridad sobre las mujeres y por tanto la creencia en tener derechos sobre ellas.
- entrenarse en el cambio de actitudes hacia la igualdad y el respeto, ya que sólo con conocer no alcanza. Los grupos de reflexión de varones son un buen espacio para ello.
- tomar iniciativas para realizar acciones, en tanto varones, que favorezcan la erradicación de las violencias de género y no dejar que sean únicamente las mujeres que luchen contra la violencia que nosotros producimos. 


VII. ANEXO PARA PSICOTERAPEUTAS

Estoy cada vez más convencido de que el abordaje de la violencia masculina no puede centrarse sólo en sus formas extremas, sino que debe incluir los mM que, como he intentado mostrar, son formas de violencia y abuso cotidianos. Ellos generan alto monto de sufrimiento, relaciones defensivo-agresivas y disbalances de poder, que se oponen a la plena potenciación de las personas. A diferencia de las grandes situaciones de violencia, que requieren un contexto terapéutico mas o menos especial, en todo espacio psicoterapéutico pueden detectarse y pensar caminos para develar, desactivar y transformar los mM.

En cuanto a las estrategias de desactivación y transformación, no es propósito de este anexo desarrollarlas, aunque si creo necesario enumerar algunos requisitos que necesita cumplir el/la terapeuta que desee enfrentarse a la tarea de transformación de estas prácticas:

- En lo personal 
En lo teórico-técnico



COMENTARIO

De acuerdo con mi opinión, este articulo, nos da a conocer la penosa realidad en la que vivimos, habiendo ya leyes en contra de el micromachismo, demostrando que la violencia contra la mujer aun sigue, y seguirá hasta los fines de la historia.
Lo que mas impresiona es el micromachismo encubierto, donde por medio de un te quiero, te amo, manipulan a las mujeres, golpeándolas, insultándolas como se les de la gana y muchas veces nosotras no reaccionamos, puesto que estamos segadas por un falso amar.
Como consecuencia de esto, el hombre domina, agrede, humilla a la mujer, menospreciand la y haciéndola sentir inferior.
Ahora se ve menos micromachismo, pero hay lugares del Perú, y otros países donde el micromachismo aun sigue.



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